Salvador Dalí dijo: “El mal gusto es creativo. Es el dominio de la biología sobre la inteligencia.”
Hablemos pues del mal gusto con que todos cargamos día a día, la gran contrariedad de lo que continuamente ejecutamos con actos deleznables. Todo aquello que no da pie a que se pueda atribuir lo satisfactorio en la vida; donde nuestra gran inteligencia ha pasado a segundo plano para cumplir su función de antagonista en la rutina cotidiana.
Existen malos gustos de todo tipo, malos en sabor, en placer, en pensamiento, en comer, en querer, táctiles, sutiles, perturbantes, altos, pequeños, delgados, gordos; malos gustos que superan la templanza, en donde no vacilas para pararte un rato y ponerte a pensar el “acto tan enfermo” que estas a punto de hacer.
¿Quizá esto es lo que lo hace creativo, a caso es la peculiaridad de lo bochornoso y disfrutable?, ¿Aquí es cuando la naturaleza supera la razón?... ¿O es en un momento más?, un momento en el que por completo no se crea una correlación entre lo pensado, lo dicho y lo hecho. Quizá la inteligencia no nos sirva en momentos apasionados, pero la inteligencia cuando uno la utiliza con cautela supera los momentos apasionados y los transforma en metódicos…. ¿Entonces?, qué es preferible, ¿Depende de la situación? . Como un amigo me lo mencionó “Peripatética” en mi horóscopo salió, no hay mucha diferencia entre ser patética y el agregar un poco de vehemencia de dolor, tristeza y melancolía en cada acto.
Finalmente, Dalí es un espectador de su vida, como todos lo llegamos a ser en ciertos momentos, y saludable le reconozco tal postura.