lunes, 20 de septiembre de 2010

Te puedo contar de la vida mía como si fuera tuya, lo que no puedo hacer es quitármela porque ya te pertenece





Las palabras no tienen sentido hasta el momento en el que les adjudicas un valor, las acomodas de tal manera que expresan una idea, las ilustras y demandas su comprensión a otro ser.








Cuando el sentido de la palabra se desvanece, sólo queda la ilusión de poder transmitir una idea por otro medio... quizá el medio de la acción, de la expresión corporal, del entendimiento de la mirada y los movimientos. Cuando se desvanece el sentido de la palabra, porque no hay alguna para expresar, es cuando surge la metodología de lo abstracto: creer y sentir, dos pasos muy sencillos, pero que se deben tomar con cautela.








Cuando comienza lo abstracto, la mente divaga y crea mundo alternos, paralelos a la realidad, tiempo y espacio desaparecen para formar lo extra-natural, lo no marcado, lo no convencional, abrir toda una gama de posibilidades donde la capacidad de elección es sustituida por el concepto de "Azar".








Y el Azar mismo juega con el concepto de Destino, confundiendo la causa primera, que sólo es una pero que la mente no se limita en encontrar sólo esta posibilidad, sino que enmarca todo un léxico irracional y abstracto de su particularidad como persona que es en sí mismo; he ahí cuando surge lo que algunos llaman "autenticidad intelectual", que no es más que un suicidio erudito ante la sociedad, es como si una cucaracha comprendiera la función del Raid y se lo esparciera en ella.








Los seres que agotan la posibilidad de éste suicidio, buscan su autenticidad intelectual como una función y herramienta que le servirá para no caer en la predeterminación del sistema que mueve a la cadena global de seres; entonces consigue sobrevivir en la realidad, huyendo de su naturaleza adoptada, que sería el estado total abstracto, pero que recurre a él en momentos de inestabilidad y retroceso como humano social activo, esto lo hace para promover la idea misma de su identidad y rechazar de nuevo al suicidio y entrar de nuevo al círculo.

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